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lunes, 22 de abril de 2013

La odisea de un perro para viajar a Irlanda



Hace poco tiempo tuve oportunidad de visitar Irlanda, Dublín concretamente. Una ciudad amigable con los animales, aunque nunca al nivel de Centroeuropa, donde definitivamente somos ciudadanos.
Sin embargo, lo que más me ha chocado de mis colegas irlandeses es que, lejos de ir como en Centroeuropa donde se nos trata fenomenal, pero sin olvidar que somos de otra especie, es decir, no humanos… poniéndonos la cuerda o el humillante bozal. Lejos de todo eso, en Irlanda mis colegas van a su absoluta bola. Al principio, cuando vi tal cantidad de perros paseando por su cuenta, por la calle, sentí pena y pensé que había mucho peludo abandonado en tierras irlandesas, pero nada de eso. Resulta que allí los perros son como los gatos españoles. Salen de casa por su pata y vuelven cuando han terminado sus gestiones diarias. Como debería ser.
Lo cierto es que debe ser peligrosillo y habrá muchos accidentes, sí. No digo que no, pero me ha encantado ver la libertad con que mis colegas viven su vida en esta tierra.
A mí, me han tratado muy bien. Hay muchos, muchos sitios que admiten nuestra presencia e incluso con mucho mimo. También os advierto que yo he tenido la suerte de ir porque me han invitado a conocer el país, pero por lo visto no es muy fácil el tema del turismo perruno, porque hay que pasar un pequeño calvario de exámenes físicos… para garantizar que no les vamos a pegar nada a los peludos autóctonos o que estamos en condiciones de no contagiarnos de lo que sea que ellos tengan (que es peor), y el caso se alarga en el tiempo. Si queréis viajar y lo planeáis con tiempo no hay pega, el problema es a la hora de las escapadas impulsivas.
Ahí sí que es mejor ni intentarlo, vale?
Concretamente… porque me imagino que me casi a preguntar, os cuento: análisis de sangre para test de rabia. Lo mandan a Granada (en España) y tarda un mes. Si sale negativo, te ponen una cuarentena de 6 meses y mandar una carta al ministerio de agricultura irlandés con todos nuestros datos (resultado negativo del test de rabia, pasaporte perruno, vacunas al día, número del asqueroso chip, datos de los vuelos y los nombres de tus humanos). Luego hay que entrar a Irlanda y para eso te tienen que haber desparasitado contra la Tenia, 24 horas antes (así que el viaje es durillo, con el efecto de la pastillita) y esto tiene que estar clarito ene l pasaporte o te devuelven. En caso de pasar todas estas pruebas… te mandan del aeropuerto a un centro veterinario (20km) y allí te van a buscar tus humanos, previo pago de 160€. Así que no sé hasta dónde compensa el paseo. Yo, ya os digo, he tenido mucha suerte y como me han invitado, me lo han resuelto casi todo. Y el caso es que una cosa es la legalidad vigente y otra lo que luego pasa, porque a mí me pusieron la antirrábica hace tiempo y no me la han tenido que repetir para el viaje. He oído que con 21 días anterioridad es suficiente, no hace falta hacer el test… a no ser que el peludo sea cachorro.  Y me dieron una pastilla de Praziquantel un día antes (sello en el pasaporte y firma del perrólogo) y andando. Así que al final no es tan exagerado el tema. Yo… iría. Merece la pena. 
Por cierto, he oído ladrar que el viaje en ferry... es mucho, mucho más fácil. Así que también es una posibilidad. 
También quería contaros, como muestra del carácter de estos irlandeses para con sus familiares de otra especie. Y es que estuve en unos jardines enormes, de un palacio, creo que recordar: Powerscourt. Un sitio que debe de tener una historia apasionante y que si queréis saberla os paso un link. Para nosotros el dato es, la familia que construyó este lugar era tan, tan, tan inteligente, que eran conscientes de que la familia la componen los que forman el hogar y para ellos los peludos eran tan importantes como los humanos, así que igual que había un cementerio para humanos, también había un cementerio para los perritos familiares que iban cayendo, desde hace más de un siglo. Encantador, verdad? Yo… me he quedado enamoradita perdida.

jueves, 4 de abril de 2013

Los perros también se constipan



¿Me habéis echado de menos? Ya estoy aquí de nuevo. He estado un poco perdida porque he seguido viajando y en uno de mis paseos creo que debí de coger la madre de todos los trancazos. Eso sí que era tos de perro. Mucha. Pero afortunadamente ya me siento mejor.
El problema es que me fascina la nieve. Como soy una bola de pelo con patas, a veces paso mucho calor. Por eso me gusta correr en la nieve, rebozarme y enterrar el hocico. Y creo que esa es una de las razones por las que acabo constipándome.
Así que hoy voy a contaros algunos de mis trucos para evitar poneros malitos y para mejorar si ya os habéis cogidos los viruses (jeje, me encanta esa palabra)
Para empezar, cuando ya has caído se acabaron los paseos en el frío por unos días. Si hay que salir, que sea en las horas de sol. Es duro, pero es lo que hay.
En mi casa me dan una especie de zumo de limón, que yo odio con toda mi alma… pero que parece que me sienta bien. Previene antes de y después te ayuda con el dolor de garganta y a respirar mejor. El brebaje consiste en mezclar el zumo de un limón con medio vasito de agua templada. A veces, si estoy muy malita y con la moral muy caída, me ponen también una cucharada de miel. Aunque en mi casa son poco partidarios de que yo coma dulce, pero a falta de Ron, de alguna forma hay que levantar la tensión, ¿verdad? Lo más divertido dicen que es conseguir que yo me lo tome…

Otra forma de levantar el ánimo es fortaleciendo el sistema inmunológico, para lo que me preparan un plato de arroz, cocido en caldo de pollo… y si hay suerte cae un trocito de pollo también. Y como en mi casa me adoran, me desmenuzan un trocito de pechuga. El arroz funciona fenomenal. Incluso para coger fuerzas cuando estamos embarazadas no sólo para el catarro. Y ya que hay que preparar caldo, hay veces que me cuelan en la sopa un poco de cebolla, ajo o jengibre… pero ya tengo que estar muy malita para eso. Sólo me tomo el caldo, por supuesto, así que me lo dan a primera hora de la mañana y luego salimos “al baño” a eso de las 12, que hay sol.
Otro truco. La zanahoria. Nos sienta de miedo. Pero como no nos gusta ni pizca,  en mi casa me la cuecen y la camuflan con mi alimento. Cuando pinta que me voy a poner mala, cada dos por tres encuentro trozos de zanahoria entre mis risquetos. Me los como por no discutir, claro. Y creo que alivia bastante.
Por último, lo que más odio. Estar limpia. Bien limpia, para que no se me cuelen viruses y encima me pillen baja de defensas. Bien bañada y, por supuesto, bien seca. No sea que además me resfríe.
Y con estos pequeños detalles, además de que mi familia me lleva a la calle con impermeable o con abrigo y, si hay mucha nieve, con botas, ya sabéis lo que pasa con las bolas de nieve que se pegan a las patas… mucho amor y poquito más. Aquí me tenéis de nuevo. Dentro de poco os contaré más en profundidad el tema de viajar a París, que veo que os gusta.